La rapidez, las prisas y las erratas en Internet
En no pocas ocasiones nos tropezamos con erratas en las webs. En las últimas horas me he tropezado con dos. Una está en una página, bastante visitada, en la que se lee de forma reiterada “Ofrezo servicios”, cuando debiera decir “Ofrezco servicios”.
Otra está en una página de una agencia de publicidad:
“Si desea unirse a nuestra organización y desarrollar su carrera profesional en una compañía que apuesta por el talento y facilita la conciliación de su vida personal y laboral, cumplimenteo el siguiente formulario y adjunte su C.V.”
Ante este tipo de erratas, no dudamos de las buenas intenciones manifiestas y explícitas, ya que, como sabemos, errores los cometemos todos; pero sucede que, cuando, en nuestra lectura, nos tropezamos con eso, se produce una disonancia entre esa intención manifiesta y otra cosa que el responsable de la página no quería decir, pero dice. De ese modo leemos, más allá y más acá de la intención manifiesta, que alguien no ha repasado con suficiente atención lo escrito, seguramente porque siempre se trabaja con demasiada prisa. En Internet, estos fallos se leen como síntoma de una forma de trabajar digamos apresurada. Y el apresuramiento no es exactamente igual que la rapidez. Ese resto de apresuramiento que deja su huella en una página contamina la intención manifestada por el texto. El usuario agradece la mezcla de rapidez y calidad en un trabajo o servicio, pero recela del apresuramiento.
Ratón de Internet
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