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Cambios dolorosos

Según publica Libertad Digital (http://www.libertaddigital.com/economia/la-decada-de-2000-negra-para-eeuu-dorada-para-las-economias-emergentes-1276381421/) haciéndose eco de varios análisis aparecidos en medios estadounidenses como Washington Post  y  New York Times , en la primera década del nuevo siglo, EEUU no ha experimentado ningún crecimiento del empleo. Las causas estarían relacionadas con  “dos crisis muy duras: el estallido de la burbuja puntocom, y el estallido de la burbuja de la vivienda.”

Sin embargo, las economías asiáticas, algunas sudamericanas  e incluso las africanas experimentan distintos niveles de crecimiento. El más espectacular es el caso de China e India. China ya ha sido en 2009 el primer exportador del mundo, superando a Alemania.

Algunos analistas vaticinan que las, hasta ahora, economías ricas occidentales crecerán, como mucho, entre un uno y un dos por ciento mientras la economía china puede superar el nueve por ciento este año que ha comenzado.

Menciono estos datos no porque vaya a profundizar en este tipo de análisis, sino porque permiten visualizar la radicalidad de los cambios que se están operando en estos momentos y que nos obligan a repensar muchas cosas.  Para las acomodadas sociedades que hasta ahora hemos considerado ricas se imponen profundas reflexiones. Hay cierta pereza a la hora de pensar  una nueva configuración del mundo. Sin embargo, la velocidad de los cambios es vertiginosa y, sobre todo, es inevitable.

Ser competitivos en ese nuevo escenario no va ser tarea fácil y no podemos descartar un empobrecimiento generalizado de grandes masas de población dentro de las sociedades hasta ahora consideradas ricas. Tampoco faltan analistas que nos advierten de esta posibilidad. Hasta hace bien poco, cada generación ha ido viviendo algo mejor que la anterior y esa ha sido la referencia empírica de una difusa idea de progreso. Hoy no está en absoluto garantizado que ese tipo de trayectoria pueda mantenerse si no se adoptan medidas que nos permitan adaptarnos cuanto antes a la nueva realidad. Todo parece indicar que el Estado del Bienestar tendrá que reducirse drásticamente o bien porque los políticos deciden coger el toro por los cuernos y decir la verdad a la gente o bien porque las arcas públicas, de seguir con las actuales políticas de gasto, quedarán vacías.

En primer lugar, es necesario afrontar precisamente esa realidad, estudiarla, pensarla evaluarla.  Los postulados ideológicos no deben empañar un debate que requiere más matemáticas y racionalidad que fórmulas simplificadoras. Ahora, más que nunca, es necesario hacer bien las cuentas. Pero no sólo eso, pues también es necesario tener en cuenta la previsible evolución tecno- científica  en aspectos tan cruciales como la obtención de energía barata –el precio de la energía en España es disparatado- y, por supuesto, los nuevos modelos de negocio derivados del uso masivo de Internet.

La adaptación de España a los nuevos tiempos no es sencilla ni está exenta de algunos dolores, pero es necesario pensar en ello con cierta ambición. Lo peor es resignarse a la idea de que tenemos unos defectos estructurales insalvables. Cuanto más tardemos en enfrentarnos a la dolorosa realidad, peor para nosotros.

                                                                                                                                                                                Víctor Lope

 

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